viernes. 22.11.2024

Sufrir un trauma psicológico durante la infancia incrementa de forma significativa el riesgo de desarrollar un trastorno mental al llegar a la edad adulta. En concreto, hasta tres veces, según un estudio liderado por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas de Barcelona.

El trabajo, publicado en la revista científica 'European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience', analiza las catorce revisiones y metaanálisis publicadas hasta el momento en revistas especializadas sobre esta cuestión, y es el primero que tiene en cuenta todo el abanico de trastornos mentales existente.

En total, los estudios analizados recogen más de 93.000 casos, que revelan una relación directa entre el hecho de sufrir un trauma psicológico en edad pediátrica y el riesgo de desarrollar una patología mental años después.

"Es la evidencia más sólida hasta hoy en día, que el trauma psicológico realmente es un factor de riesgo para sufrir más adelante un trastorno mental", ha explicado el doctor Benedikt Amann, autor principal del trabajo, investigador del Grupo de investigación en Salud Mental del IMIM-Hospital del Mar y del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM).

Los traumas más habituales en la infancia son el abuso emocional, el físico y el sexual, tanto como la negligencia emocional o física y también el acoso escolar, entre muchos otros. Haber sufrido una de estas situaciones provoca un daño a escala cerebral, una secuela física, pero también psicológica, en forma de diversos trastornos.

En el caso del abuso emocional, el trauma más frecuente, se asocia al trastorno más prevalente entre la población, el de ansiedad. Pero también hay relación entre los traumas infantiles y otras patologías, como la psicosis, que está vinculada a todos los traumas, el trastorno obsesivo compulsivo o el trastorno bipolar. En el caso del trastorno límite de personalidad, el riesgo se incrementa hasta quince veces en caso de haber sufrido un trauma durante la infancia.

Los traumas en edad adulta también se relacionan con un riesgo cuatro veces más elevado de trastorno mental posterior. A pesar de ello, los investigadores apuntan que la evidencia recogida en este tipo de patología es menor.

ESTUDIAR LA BIOGRAFÍA DEL ENFERMO

Ante estos resultados, Bridget Hogg, investigadora del IMIM-Hospital del Mar, psicóloga y primera autora del trabajo, considera que hace falta un abordaje de los pacientes que no solo tenga en cuenta factores físicos, sino también su historia.

"Se tiene que acompañar al paciente en su biografía, revisar realmente qué le ha pasado. Ahora preguntamos qué no funciona, pero no qué ha pasado en su vida, porque para hacerlo hay que abrir temas potencialmente dolorosos y se evita", ha comentado la experta.

El trabajo también ha destacado el hecho que otros traumas como las catástrofes, muertes violentas o abusos familiares pueden afectar a las personas, generando cambios estructurales y funcionales en el cerebro que abren la puerta a trastornos mentales en el futuro.

Además, las personas con este tipo de patología que han sufrido traumas previos, tienen un peor curso de la enfermedad. Por todo ello, el doctor Amann ha hecho una llamada a la acción.

"Por una parte, tenemos que tratar el trauma psicológico en nuestros pacientes, pero también tenemos que actuar en los ámbitos político y social para invertir más en prevención. Por ejemplo, ayudar a las familias en la educación e instaurar programas para evitar casos de acoso escolar, que es un factor de riesgo muy importante de sufrir un trastorno mental, tanto para quien lo recibe como para quien lo ejerce", ha destacado.

En este trabajo también han participado investigadores del Hospital de Clínicas de Porto Alegre, de Brasil, y del Hospital Clínic de Barcelona.

Los traumas infantiles triplican el riesgo de trastorno mental en la adultez