La kombucha, la nueva bebida de moda. Las hermanas Karrdashian, Gwyneth Paltrow o Lady Gaga fueron las primeras en anunciar los beneficios de esta bebida, de descubrirla como su secreto de belleza, llegando a ser un fenómeno mundial. En nuestro país, Tamara Falcó y Marcos Llorente (futbolista del Atlético de Madrid) también se declaran fans incondicionales y son imagen de dos marcas que la elaboran.
Tal es la fama y la reputación que ha obtenido esta bebida, que hasta diferentes publicaciones afirman que había llegado a la Zarzuela. La reina Letizia, la cual está muy centrada en la vida sana y la alimentación saludable, se convirtió en consumidora habitual de la kombucha.
Se trata de un té fermentado con beneficios probióticos que aportan numerosas cualidades para el buen funcionamiento del organismo: ayuda al sistema inmunológico, depura el hígado de toxinas y mejora la digestión y flora intestinal.
“Lamentablemente, estas ‘alegaciones’ sobre la salud, aunque molonas, no han sido sustentadas por la evidencia científica, que no concede a la kombucha mayores bondades que los beneficios gastrointestinales que se podrían obtener consumiendo otros probióticos” explica la farmacéutica y experta en nutrición Boticaria García en su web.
Varios expertos como ella, han querido rebajar las expectativas de los consumidores de esta bebida.
“El secreto de su éxito, como el de otros alimentos, es que es novedoso, de procedencia exótica y promete muchísimos beneficios, pero que difícilmente puede cumplir", afirma Beatriz Robles, licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y nutricionista. “En la Unión Europea esas propiedades tienen que estar certificadas, hay que demostrar científicamente que eso es así. Para la kombucha no hay nada evidenciado”.
Explica Robles, que las cualidades antioxidantes o de mejora del sistema inmune, pueden atribuirse a ella porque contiene vitaminas que tengan reconocida esa propiedad, C y E en primer caso y B6 y B9 en el segundo, en cantidad suficiente. En cuanto a las propiedades detox o purificantes advierte que esto “en la Unión Europea no se reconoce para ningún alimento”.
La nutricionista indica que podemos obtener las bondades del alimento probiótico siempre que la bebida no haya sido pasteurizada. “Los probióticos tienen que contener microorganismos —bacterias y levaduras—vivos y la pasteurización, que se realiza para garantizar la seguridad alimentaria y mantener las cualidades organolépticas, los mata. A partir de ahí no sería un probiótico”
Es una bebida saludable, perjudicial no tiene por qué ser, aunque la kombucha es una buena opción al refresco azucarado. Ahora bien, no está libre de azúcares. Para que el té fermente, necesita tener añadido el azúcar. “No es exagerada la cantidad que contiene finalmente, pero tiene” afirma Robles.
La moda ha supuesto que la gente haga la kombucha casera, pero Robles se muestra tajante: La kombucha tiene una doble fermentación: láctica y alcohólica. En casa no controlamos esa fermentación, no sabemos cuándo tenemos que cortarla y puede formarse alcohol. En el proceso industrial se tiene controlado para que sea lo más bajo posible o residual, pero en casa es muy difícil de controlar”, indica por un lado. “Por otro lado, tenemos el problema de la seguridad alimentaria. La mezcla de levaduras y bacterias se va pasando de mano en mano y se puede contaminar por otros microorganismos”.
Boticaria García coincide en que esto es el principal peligro:
“Es algo similar a lo que ocurre con la masa madre, que va de mano en mano. Pero con una pequeña diferencia: el pan luego se mete en el horno a 250º, mientras que la kombucha te la comes con todos sus bichos. De hecho, esta es precisamente la gracia”.