En mayo de 2020, los precios mundiales de los alimentos alcanzaron sus niveles más altos en una década y esta tendencia no se ha frenado desde entonces. El impacto de la escalada de los precios de los alimentos ha sido mayor en lugares como Siria, África Oriental y Myanmar, donde los índices de pobreza multiplican las implicaciones del coste de los alimentos, que se ha disparado en más de un 50% desde que comenzó la pandemia.
Así se desprende del último informe de World Vision, Price Shocks, que investiga cómo el aumento de los precios de los alimentos es un factor clave en el incremento de los niveles de hambre y malnutrición en el mundo.
Para realizar el estudio, se comparó el coste de una cesta de 10 productos básicos en 31 países. Price Shocks revela que los estadounidenses tendrían que trabajar una media de una hora para pagar esos 10 productos, mientras que en Siria tendrían que trabajar tres días y en Sudán del Sur ocho días. Por ejemplo, el coste de los plátanos representa ahora el 58% de un salario medio diario en Sudán del Sur y el 61% en Chad, países en los que cientos de miles de personas pasan hambre.
Mientras que los precios de los alimentos subieron una media del 2,9% en el Reino Unido, del 3,6% en Estados Unidos y del 4,8% en Japón y Canadá entre febrero de 2020 y julio de 2021, los precios aumentaron en Myanmar un 54%, en Líbano un 48%, en Mozambique un 38,3%, en Vanuatu un 30,9%, en Siria un 29,2% y en Timor Oriental un 17,7%, afectando sobre todo a las personas que menos pueden permitírselo.
El aumento de los precios y la disminución de los ingresos por la pandemia han puesto a los alimentos saludables fuera del alcance de unos tres mil millones de personas
Andrew Morley, presidente y director general de World Vision International, afirma que: "El aumento de los precios de los alimentos pone en peligro la vida de los niños más vulnerables, cuyas familias ya no pueden permitirse poner una comida básica en la mesa. Es desgarrador que casi 14 millones de niños más puedan sufrir emaciación o desnutrición aguda”.
El informe de World Vision señala que, desde que se declaró la pandemia, el aumento de los precios de los alimentos, junto con la pérdida de puestos de trabajo provocada por el cierre y la interrupción de los servicios de nutrición, han alimentado una crisis mundial de hambre. Como consecuencia cada día mueren más personas a causa del hambre que por la COVID-19. Se calcula que el hambre aguda mata a 11 personas cada minuto, mientras que la COVID-19 mata a siete personas cada minuto.
"Las secuelas de la COVID-19 tienen el potencial de causar un mayor daño al mundo que el propio virus. La pandemia ha provocado la pérdida de puestos de trabajo y la disminución de los ingresos, lo que está obligando a millones de familias a saltarse comidas, a optar por alimentos más baratos y menos nutritivos, o a prescindir de ellos. Esto, combinado con el impacto de los conflictos y el cambio climático, ha creado la tormenta perfecta, lo que podría ser la peor crisis de hambre en generaciones", dice Justin Byworth, director de ayuda humanitaria de World Vision Internacional.
"Como siempre, los niños son los que más sufren: son los más vulnerables al hambre porque tienen una mayor necesidad de nutrientes, se desnutren más rápido que los adultos y corren un riesgo mucho mayor de morir de hambre. Y la desnutrición no es el único resultado negativo, ya que las familias se ven a menudo obligadas a recurrir a medidas desesperadas, como el matrimonio infantil y el trabajo de los niños, para poner comida en la mesa", añade Byworth.
Otros estudios también dan la voz de alarma y calculan que, para finales de 2022, la crisis nutricional provocada por la COVID-19 podría provocar 283.000 muertes más de niños y niñas menores de cinco años, 13,6 millones más de niños con emaciación o desnutrición aguda y 2,6 millones más de niños y niñas con retraso en el crecimiento. Esto equivaldría a 250 niños y niñas que morirían cada día por desnutrición relacionada con la pandemia.
La investigación realizada en el informe de Price Shocks también descubrió que alrededor de 161 millones de personas más pasaron hambre en 2020 en comparación con 2019, un aumento del 25%. Lo más preocupante es que más de 41 millones de personas están sufriendo niveles de emergencia de inseguridad alimentaria y/o condiciones similares a la hambruna en toda África, Oriente Medio y América Latina.
La respuesta de World Vision a la crisis del hambre, ha llegado ya a 12 millones de las personas más vulnerables del mundo con alimentos y nutrición, sólo en 2020. La ONG pide a los gobiernos y a los donantes que hagan todo lo que esté en su mano para responder a los impactos de la subida de los precios de los alimentos y apoyar a los más vulnerables del mundo que son los más afectados.
"Hay suficiente comida para todos. Por tanto, es un claro y catastrófico fracaso moral que los niños y niñas sean los que más sufran. Seguimos apoyando a los más vulnerables, e instamos a los gobiernos y a los dirigentes a que refuercen las cadenas de suministro, y a que capaciten a las familias para conseguir alimentos nutritivos para sus hijos", concluye Andrew Morley.