La toma de Jersón por parte de las tropas rusas ha tenido un trasfondo que va más allá de las intenciones militares de Vladimir Putin. Había un aspecto simbólico al ser una ciudad ucraniana donde se albergan los restos de uno de los personajes históricos más admirados por el presidente ruso: Grigori Potemkin, de los militares más importantes del viejo imperio.
Este almirante fue el primero que logró la anexión de Crimea para la zarina Catalina la Grande, con quien muchos historiadores dicen que compartió un romance. La catedral de Jersón era donde descansaban sus restos tras su muerte en 1791, pero las tropas de ocupación rusas se encargaron de abrir su ataúd y sacar fuera de la ciudad parte de esos restos.
Vladimir Saldo, gobernador colocado por Moscú para la ciudad, fue el que dio la orden, de acuerdo con lo publicado por ‘Daily Mail’. Este argumentó que la operación tendría el objetivo de poner a salvo y proteger las reliquias de posibles represalias.
“Transportamos a la orilla oriental del Dniéper los restos del santo príncipe (la zarina Catalina le nombró Príncipe del Sacro Imperio Romano Germánico y Príncipe del Imperio ruso) que estaban en la catedral de Santa Catalina para protegerlos. Todas las reliquias volverán a su lugar porque nuestra causa es justa”
Los militares no se llevaron el ataúd completo, ya que ocupaba un lugar de honor en el templo, pero sí lo abrieron y sacaron varios huesos, entre los que se encontraba el cráneo de este personaje histórico, quien quedó inmortalizado en el cine cono el ‘Acorazado Potemkin’ por Sergei Eisenstein en 1925.