Sarah Sands ha pasado más de tres años en prisión por haber matado de ocho puñaladas a su vecino en Londres. Tras cumplir su condena después del homicidio de Michael Pleasted, de 77 años, ha decidido contar públicamente el verdadero motivo de su acción: su vecino abusó de su hijo de 12 años y de otros menores del barrio.
Sands decidió tomarse la justicia por su mano, ya que las 24 condenas por delitos sexuales contra menores no consiguieron que el pedófilo fuera detenido. Al descubrir a su hijo arrancándose el pelo, temblando y llorando, optó por beberse dos botellas de vino y con un cuchillo fue a casa de Michael, con la intención de evitar que alguien más pasara por la misma situación.
La londinense ha reconocido que su primera intención no era matarlo, sino obligarlo a declararse culpable, pero finalmente perdió el control. Todo comenzó en el año 2014 cuando Michael le ofreció trabajo en una tienda, algo que le pareció bien a Sands para que su hijo Bradley comenzara a ganar algo de dinero. Sin embargo, conforme paso algo de tiempo, el chico perdió interés por continuar en el trabajo y decidió confesar la situación que había vivido.
Un acto del que no se siente orgullosa, pero del que no se arrepiente porque gracias a él, Michael ya no le puede hacer daño a nadie más.