Helen Dalglish ha intentado ser madre desde hace 25 años pero nunca lo había logrado. Le diagnosticaron infertilidad lo que le supuso un duro golpe y haber fallado 21 intentos de fecundación in vitro.
Sin embargo, a sus 53 años, en 2022, se quedó embarazada. "Cuanto finalmente tienes ese pequeño milagro, te olvidas de los 25 años", expresaba Helen. Un año después de haber dado a luz sigue sin créerselo, "es surrealista", decía.
Su historia comenzó a los 28 años en Chipre cuando intentó por primera vez quedarse embarazada pero no lo consiguió. Los médicos de allí le dijeron que no iba a poder por un problema de posicionamiento de su útero. Poco tiempo después, se mudó a Escocia donde los médicos le diagnosticaron infertilidad.
Helen no se rindió y se sometió a cuatro procedimientos de inseminación intrauterina. Pero todos fallaron, asi que intentaron fecundación in vitro.
Y aunque el primer intento se lo cubría el Sistema Nacional de Salud, los siguientes tuvo que pagarlo Helen y su pareja, llegando a alcanzar más de 116.000 euros.
“Cada uno que falla, te deja absolutamente devastada. Es como una muerte. Me deprimía durante un par de semanas, pero luego me levantaba y decía ‘vamos, si quieres a este bebé, actúa con calma'. Trataba de olvidarme de los fallidos como si empezase desde cero”, cuenta.
Además, recuerda que los procedimientos eran dolorosos cuando trataban de transferir los embriones a su útero. Era como si “golpeasen una pared”.
Más de diez años después, cambió de clínica y ahí le dijeron que su útero estaba inclinado y que seguramente fuera por eso que los intentos no funcionasen. Lo intentaron tres veces más y en todas ellas se quedó embarazada pero acababa perdiéndolos.
El siguiente paso fue utilizar óvulos de donantes pero tampoco funcionaron. Asi que deció mudarse a Chipre de nuevo con su pareja.
Su madre antes de morir le dijo: “¿qué puedo enviarte desde el cielo?”. A lo que respondió Helen: “Por favor, envíale un bebé". Volvieron a intentarlo y falló.
Pero para su sorpresa la segunda y última vez funcionó y quedó embarazada. Y aunque durante el embarazo Helen sufrió diabetes y preclampsia, la bebé nació sana y salva.