Más del 30% de los tratamientos estéticos para combatir el envejecimiento se realiza en hombres, que acuden a consulta con el objetivo principal de mejorar sin cambiar sus rasgos y obteniendo resultados naturales, el conocido como “efecto buena cara”, según ha señalado la doctora María José Espiñeira, dermatóloga especialista de la Unidad de Medicina Estética y del servicio de Cirugía Plástica y Reparadora del Hospital Quirónsalud Córdoba y del Centro Médico Quirónsalud Jaén.
La doctora Espiñeira ha explicado que “hasta hace pocos años no era frecuente que los hombres acudieran a la consulta de medicina estética, sin embargo, en sólo cinco años se han multiplicado las citas y los tratamientos en hombres que buscan mejorar con un efecto natural. Este incremento se debe a que el hombre tiende cada vez más a cuidarse en todos los aspectos, dejando atrás el estigma de que se trata de tratamientos sólo para mujeres”. En este sentido, ha afirmado que cada paciente requiere un tratamiento personalizado, por lo que es fundamental aplicar la técnica más adecuada a cada tipo de piel.
La reducción de arrugas mediante neuromoduladores es el tratamiento estético más elegido tanto en hombres como en mujeres. En el caso masculino, de cada 10 hombres que acuden a consulta, 7 recurren a esta técnica, ya que permite mejorar el rostro sin cambiar los rasgos faciales, pues combate las arrugas de expresión, proporcionando un aspecto más descansado. El mecanismo de acción de los neuromoduladores se basa en el bloqueo de la liberación de acetilcolina en la unión neuromuscular, con el resultado de la relajación del músculo tratado.
La especialista ha señalado que la musculatura facial es responsable de la expresión de nuestro rostro. El reflejo de su contracción en la piel es lo que llamamos arrugas de expresión, que son temporales. Pero con el paso del tiempo, los movimientos repetidos de esta musculatura producen una serie de líneas permanentes, “que llamamos arrugas estáticas y que pueden suavizarse con los tratamientos, que se realizan en 3 zonas, frente, entrecejo y zona orbicular (que es la que produce durante su contracción las “patas de gallo”). Los efectos del tratamiento empiezan a notarse a los 3-4 días desde su aplicación, consiguiendo su efecto máximo a los 15 días aproximadamente. Su efecto es transitorio, con una duración de 4 a 6 meses, según cada paciente.
El procedimiento es prácticamente indoloro y no precisa anestesia, ni deja señal alguna, según ha destacado la doctora Espiñeira, que ha añadido que se puede realizar en cualquier época del año. Hay que tener en cuenta que no debe realizarse en pacientes con enfermedades neuromusculares como la miastenia, esclerosis múltiple o esclerosis lateral amiotrófica (ELA), embarazo y lactancia, infecciones cutáneas, e hipersensibilidad a la albúmina o proteínas de huevo, entre otras patologías.
Puede empezar a realizarse a los 30 años tanto en hombres como mujeres, siempre que presenten arrugas al gesticular de manera natural. En estos casos tiene carácter preventivo del envejecimiento, ya que al relajar la musculatura se consigue atenuar las arrugas de expresión y evitar que éstas se queden marcadas en la piel de manera estática. En personas de mayor edad que presentan arrugas marcadas y profundas, se suele combinar este procedimiento de neuromoduladores con otras terapias como los rellenos con ácido hialurónico.
La doctora Espiñeira ha insistido en que “nuestros pacientes, hombres y mujeres, solicitan por lo general resultados naturales, no quieren tener ‘cara de máscara’, ni ser incapaces de expresar emociones, por lo que es fundamental relajar y no paralizar”.
“Es esencial que el médico aconseje al paciente, explicar las opciones que se adapten mejor a su fisonomía y tipo de piel. Los profesionales tenemos un conocimiento completo de la musculatura facial y contamos con una sólida formación en las más innovadoras técnicas estéticas, lo que es fundamental para lograr los mejores resultados”, ha recalcado la especialista.
Montserrat Sans Boza
Responsable de Comunicación y Marketing