Los adolescentes que consumen cannabis con frecuencia pueden tener más probabilidades de que sus hijos nazcan prematuros cuando se conviertan en padres hasta veinte años después, según un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Bristol, en Reino Unido.
La investigación, publicada en la revista 'Scientific Reports', evaluó repetidamente a 665 participantes de una cohorte de población general sobre su consumo de tabaco y cannabis entre los 14 y los 29 años, antes del embarazo.
El estudio, dirigido por académicos de la Universidad de Bristol en colaboración con el Instituto de Investigación Infantil Murdoch de Australia, es el primero en identificar que el consumo frecuente de cannabis por parte de los adolescentes también puede conllevar riesgos intergeneracionales
El consumo de tabaco o cannabis por parte de la madre durante el embarazo está relacionado con el nacimiento de bebés prematuros y de bajo peso, lo que aumenta el riesgo de problemas de salud en estos bebés.
Además, el consumo de sustancias en el embarazo tiende a ser una continuación del consumo que comenzó antes del embarazo, lo que plantea la cuestión de si el consumo en el embarazo o antes podría estar asociado con el crecimiento temprano del bebé.
El equipo de investigación en colaboración utilizó la cohorte prospectiva del estudio australiano Victorian Adolescent Health Cohort Study (VAHCS) y Victorian Intergenerational Health Cohort Study (VIHCS), con padres reclutados para el estudio cuando estaban en la escuela secundaria y seguidos hasta que empezaron a tener hijos a finales de los 20 y 30 años; sus hijos fueron entonces reclutados en un nuevo estudio.
Los investigadores descubrieron que los bebés nacidos de padres (de 29 años o más) que habían consumido cannabis a diario durante un periodo de tiempo entre los 15 y los 17 años tenían una probabilidad considerablemente mayor de nacer prematuros o de tener un peso bajo al nacer, en comparación con los bebés nacidos de padres que no habían consumido cannabis en la adolescencia. Este efecto se limitaba a las personas que consumían cannabis con los niveles más altos de frecuencia.
Las conclusiones son el resultado de un estudio prospectivo de 20 años de duración, en el que se siguió a los padres desde la adolescencia hasta los 30 años, y en el que se descubrió que el 20% de los nacimientos prematuros de los participantes en el estudio se produjeron en padres que habían consumido cannabis a diario durante su adolescencia.
La doctora Lindsey Hines, investigadora de la Facultad de Medicina de Bristol: Population Health Sciences (PHS) de la Universidad de Bristol, señala que "el cannabis es la droga ilícita más consumida entre los adolescentes. Ya existen pruebas de que el consumo frecuente de cannabis por parte de los adolescentes aumenta el riesgo de padecer una mala salud mental, pero nuestros resultados indican que puede haber otros efectos que los individuos pueden no prever", añade.
"A medida que se liberalizan las regulaciones en torno al consumo legal, existe la posibilidad de que el consumo entre los adolescentes aumente en algunos países --añade--. Estos resultados proporcionan una motivación adicional para asegurar que los cambios de política no conduzcan a un mayor uso por parte de los adolescentes."
Por su parte, George Patton, catedrático de investigación sobre la salud de los adolescentes de la Universidad de Melbourne y del Instituto de Investigación Infantil Murdoch, añade que, cuanto más estudiaron el consumo intensivo de cannabis en los adolescentes, más problemático lo encontraron.
"Dados los crecientes impulsos políticos y de la industria a favor de la legalización del consumo, hay una necesidad acuciante de investigar más y mejor para entender los daños derivados del consumo intensivo en los adolescentes", apostilla.
Este es el primer estudio que utiliza una cohorte prospectiva para explorar las asociaciones entre el consumo de sustancias antes de la concepción y los resultados del nacimiento, y los hallazgos deben probarse en otras muestras. Dado que los participantes en el estudio eran tanto madres como padres de los bebés y que el consumo excesivo en la adolescencia es más común en los chicos, estos resultados son especialmente importantes para los varones.
Los autores advierten de que es necesario seguir investigando para comparar los resultados de hombres y mujeres, así como para comprender los mecanismos biológicos o las condiciones sociales que podrían impulsar estas asociaciones.