El envejecimiento suele ir acompañado de deterioro cognitivo. Entre las primeras estructuras del cerebro afectadas están el hipocampo y las cortezas adyacentes, zonas esenciales para el aprendizaje y la memoria. Los déficits en la capacidad cognitiva se asocian a la reducción del volumen del hipocampo y a la degradación de la conectividad sináptica entre el hipocampo y la corteza (peri)-entorrinal.
Cada vez hay más pruebas de que la actividad física, tanto caminar como correr, puede retrasar o prevenir estas reducciones estructurales y funcionales en los mayores, mejorando así su salud cerebral.
Por ejemplo, un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) ha revelado que caminar refuerza las conexiones dentro de tres redes cerebrales, entre ellas una asociada a la enfermedad de Alzheimer.
Publicado este mes en la revista científica 'Journal for Alzheimer's Disease Reports', la investigación ha examinado los cerebros y la capacidad de recordar historias de mayores con una función cerebral normal y de los diagnosticados con deterioro cognitivo leve, que es un deterioro leve de capacidades mentales como la memoria, el razonamiento y el juicio y un factor de riesgo para el Alzheimer.
"Históricamente, las redes cerebrales que estudiamos en esta investigación muestran un deterioro a lo largo del tiempo en personas con deterioro cognitivo leve y enfermedad de Alzheimer. Se desconectan y, como resultado, las personas pierden su capacidad de pensar con claridad y recordar cosas. Estamos demostrando que el entrenamiento con ejercicio refuerza estas conexiones", ha comentado J. Carson Smith, investigador principal del estudio.
Treinta y tres participantes, de edades comprendidas entre los 71 y los 85 años, caminaron supervisados en una cinta de correr cuatro días a la semana durante 12 semanas. Antes y después de este régimen de ejercicios, los investigadores pidieron a los participantes que leyeran una historia corta y luego la repitieran en voz alta con el mayor número de detalles posible.
Los participantes también se sometieron a una resonancia magnética funcional (RMf) para que los investigadores pudieran medir los cambios en la comunicación dentro y entre las tres redes cerebrales que controlan la función cognitiva.
En primer lugar, la red de modo por defecto: se activa cuando una persona no está realizando una tarea específica (por ejemplo, soñar despierta con la lista de la compra) y está conectada al hipocampo, una de las primeras regiones cerebrales afectadas por la enfermedad de Alzheimer. También es donde aparece el Alzheimer y las placas amiloides, un sospechoso principal de la enfermedad de Alzheimer que se encuentra alrededor de las células nerviosas.
La red frontoparietal, por su parte, regula las decisiones que se toman cuando una persona está realizando una tarea. También está relacionada con la memoria. Por último, la red de saliencia supervisa el mundo exterior y los estímulos y decide qué merece atención. También facilita el cambio entre redes para optimizar el rendimiento.
Tras 12 semanas de ejercicio, los investigadores repitieron las pruebas y observaron mejoras significativas en la capacidad de los participantes para recordar historias.
"La actividad cerebral era más fuerte y estaba más sincronizada, lo que demuestra que el ejercicio puede inducir realmente la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse. Estos resultados proporcionan aún más esperanzas de que el ejercicio pueda ser útil como forma de prevenir o ayudar a estabilizar a las personas con deterioro cognitivo leve y quizá, a largo plazo, retrasar su conversión a demencia de Alzheimer", ha detallado Smith.
CORRER MANTIENE 'CONECTADAS' LAS NEURONAS 'VIEJAS' DE LOS ADULTOS
Por otra parte, otro estudio, realizado por la Universidad Atlántica de Florida (Estados Unidos) y el CINVESTAV (México) ofrece una visión novedosa de los beneficios del ejercicio, que debería motivar a los adultos a seguir moviéndose a lo largo de su vida, especialmente durante la mediana edad.
Para el estudio, los investigadores se centraron en los efectos de correr a largo plazo sobre una red de nuevas neuronas del hipocampo que se generaron en ratones adultos jóvenes, a mediana edad. Estos ratones demuestran que correr durante la mediana edad mantiene conectadas las neuronas nacidas en la edad adulta, lo que puede prevenir o retrasar la pérdida de memoria y la neurodegeneración relacionadas con el envejecimiento.
Se cree que las neuronas nacidas en la edad adulta contribuyen a la función de memoria dependiente del hipocampo y que son temporalmente importantes, durante el llamado "periodo crítico", entre las tres y las seis semanas de edad celular, cuando pueden mostrar fugazmente una mayor plasticidad sináptica.
Sin embargo, estas nuevas neuronas siguen presentes durante muchos meses, pero no estaba claro si las nacidas en la edad adulta temprana permanecen integradas en redes neuronales y si sus circuitos son modificables por la actividad física en la mediana edad.
Más de seis meses después de marcar las neuronas nacidas de adultas con un vector reportero fluorescente, los investigadores identificaron y cuantificaron las entradas aferentes directas a estas neuronas nacidas de adultas dentro del hipocampo y las áreas (sub)corticales, cuando los ratones eran de mediana edad.
Los resultados del estudio, publicados en la revista científica 'eNeuro', muestran que el ejercicio a largo plazo conecta neuronas 'viejas', nacidas en la edad adulta temprana, a una red relevante para el mantenimiento de la codificación de la memoria episódica durante el envejecimiento.
"El ejercicio de larga duración beneficia profundamente al cerebro que envejece y puede prevenir el deterioro de la función de la memoria relacionado con el envejecimiento al aumentar la supervivencia y modificar la red de neuronas nacidas en la edad adulta temprana, facilitando así su participación en los procesos cognitivos", ha comentado Henriette van Praag, autora del estudio.
Los hallazgos del estudio mostraron que correr a largo plazo aumentaba significativamente el número de neuronas nacidas en la edad adulta y potenciaba el reclutamiento de células presinápticas (sub)corticales en su red.
"Correr a largo plazo puede mejorar la capacidad de separación de patrones, nuestra habilidad para distinguir entre eventos y estímulos muy similares, un comportamiento estrechamente vinculado a la neurogénesis adulta, que se encuentra entre los primeros en mostrar déficits indicativos del declive de la memoria relacionado con la edad", ha detallado Carmen Vivar, otra de las responsables de la investigación.