Las dietas de moda y los planes o medicamentos para perder peso rápidamente se han normalizado en la sociedad a medida que las personas persiguen ideales de belleza, cada vez más impulsados por los contenidos sin 'filtros' que muestran como con 'facilidad' se puede llegar a cumplir con un canon de delgadez no siempre sano.
Mucho se ha hablado del efecto 'yo-yo' y de las consecuencias para la salud se seguir dietas restrictivas y de moda, pero qué ocurre con el efecto sobre la salud mental de no conseguir las expectativas que se nos ha vendido. Precisamente, un nuevo estudio cualitativo destaca las consecuencias interpersonales y psicológicas negativas asociadas con las dietas incunplidas o aquellas que terminan con el conocido efecto rebote o lo que los investigadores señalan como 'ciclo de peso'.
"Con base en lo que aprendimos a través de este estudio, así como en la investigación existente, recomendamos que la mayoría de las personas eviten hacer dieta, a menos que sea médicamente necesario. Nuestro estudio también ofrece información sobre cómo las personas pueden combatir los aspectos insidiosos del ciclo de peso y desafiar el ciclo", afirma Lynsey Romo, autora correspondiente de un artículo sobre el estudio y profesora asociada de comunicación en la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EEUU).
Para el estudio, los investigadores realizaron entrevistas en profundidad con 36 adultos (13 hombres y 23 mujeres) que habían experimentado ciclos de peso en los que perdieron y recuperaron más de 11 libras. El objetivo era aprender más sobre por qué y cómo las personas entraban en el ciclo de la dieta 'yo-yo' y cómo, en todo caso, podían salir de él.
Todos los participantes del estudio informaron que querían perder peso debido al estigma social relacionado con su peso y/o porque comparaban su peso con el de celebridades o compañeros. "En una abrumadora mayoría, los participantes no comenzaron a hacer dieta por razones de salud, sino porque sintieron la presión social para perder peso", afirma Romo.
Los participantes del estudio también informaron haber participado en una variedad de estrategias de pérdida de peso, que dieron como resultado una pérdida de peso inicial, pero finalmente una recuperación. Recuperar el peso llevó a las personas a sentir vergüenza e internalizar aún más el estigma asociado con el peso, lo que hizo que los participantes del estudio se sintieran peor consigo mismos que antes de comenzar a hacer dieta. Esto, a su vez, llevó a menudo a las personas a adoptar comportamientos cada vez más extremos para intentar perder peso nuevamente.
"Por ejemplo, muchos participantes participaron en conductas desordenadas de control de peso, como atracones o alimentación emocional, restricción de alimentos y calorías, memorización de calorías, estrés por lo que comían y el número en la báscula, recurriendo a soluciones rápidas (como dietas bajas en carbohidratos o medicamentos dietéticos), hacer demasiado ejercicio y evitar eventos sociales con comida para bajar de peso rápidamente", explica Romo.
Inevitablemente, prosigue, "estos comportamientos dietéticos se volvieron insostenibles y los participantes recuperaron peso, a menudo más del que habían perdido inicialmente".
LA MAYORÍA SE OBSESIONA CON SU PESO
"Casi todos los participantes del estudio se obsesionaron con su peso. La pérdida de peso se convirtió en un punto central de sus vidas, hasta el punto de que los distrajo de pasar tiempo con amigos, familiares y colegas y de reducir las tentaciones de aumentar de peso, como beber y comer en exceso", explica Katelin Mueller, coautora del estudio y estudiante de posgrado en NC State.
"Los participantes se refirieron a la experiencia como una adicción o un círculo vicioso. Las personas que pudieron comprender y abordar sus conductas dietéticas tóxicas tuvieron más éxito en romper el ciclo", afirma Romo. Las estrategias que las personas utilizaron para combatir estos comportamientos tóxicos incluyeron centrarse en su salud en lugar de en el número de la báscula, así como hacer ejercicio por diversión, en lugar de contar la cantidad de calorías que quemaban.
Los participantes que tuvieron más éxito en desafiar el ciclo también pudieron adoptar conductas alimentarias saludables, como llevar una dieta variada y comer cuando tenían hambre, en lugar de tratar la alimentación como algo que debe ser monitoreado, controlado o castigado de cerca. Sin embargo, los investigadores encontraron que la gran mayoría de los participantes del estudio estaban atrapados en el ciclo.
"La combinación de patrones de pensamiento arraigados, expectativas sociales, una cultura de dietas tóxicas y un estigma generalizado sobre el peso hacen que sea difícil para las personas salir completamente del ciclo, incluso cuando realmente lo desean", explica Romo, para quien este estudio muestra que los cambios de peso pueden ser una práctica negativa que puede causar un daño real a las personas.