Amores, desamores, diferencias, cuernos, mudanzas, relaciones tóxicas….hay miles y miles de razones por las que nos quedamos con corazones partidos. Y si, es una pésima sensación y con la mano en el corazón podría decir que el dolor que sientes es incomparable con el dolor físico. Es otro nivel, no sangras, ni te falta ninguna parte de tu cuerpo, pero sientes que te han arrancado algo. Algo importante de tu ser.
Y así es. Al estar con la misma persona, acostumbrarte a tenerla a su lado, hablar con ella, contar con ella en tu día a día, compartir lo más íntimo, causa afecto. Al desaparecer en tu vida, sientes que te falta algo, que alguna parte importante de ti se fue…
Obviamente el nivel de tu “sufrimiento” se verá condicionado por muchos factores: cuánto tiempo estuviste juntos, si habéis convivido juntos, si tenéis amigos en común, si te han dejado o fuiste tú, si eres una persona fuerte y poco sensible…millones y millones de factores van a definir tu estado post-ruptura, pero, por lo general, sea el caso que sea, no es un sentimiento agradable.
A todos nosotros en su momento nos han roto ( o hemos roto ) el corazón. Es un proceso necesario en nuestras vidas, para que crezcamos y aprendamos. Es una experiencia más que nos hace más fuertes y más resistentes a las futuras situaciones. Ya sabes, lo que no te mata, te hace más fuerte y por mucho que duela ahora, pasará. Nadie se ha muerto de un corazón roto. Y aunque ahora no lo entiendas, en algún momento darás gracias a esta persona, por haberte convertido en una mejor versión de ti, aunque sea de una forma tan bruta. Así que, si estás llorando por un desamor, aquí te traigo 5 claves basados en mi propia experiencia para que levantes la cabeza y recuerdes la reina / el rey que eres:
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Contacto 0.
La primera y la más importante de todas. Contacto 0. Está rotundamente prohibido saber de tu pareja. Todo lo que cotillees, todo lo que le escribas y todo lo que investigues va a actuar en contra tuya, y nos vas a sacar de allí nada que no sea darle palizas a tu pobre corazón que está intentando sanar. Bloquéalo, borra todos tus fotos con él y tira todo lo que tienes suyo. O al menos, mételo en un cajón lejano. Borrón y cuenta nueva.
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No te contengas.
Si quieres llorar, llora. Llora lo que haga falta, si quieres hablar habla con tu familia, con tus amigos, cuéntales lo que te ocurre, y ya verás que te sentirás mejor. Permítete estar mal, un día, una semana, dos semanas, pero no te hundas en este sentimiento. Y si te apetece estar bajo la manta mirando pelis tristes comiéndote una tarrina de helado ( el de cheesecake de Mercadona, que rico), hazlo. No pasa absolutamente nada.
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Mantente ocupado.
Pese a la crisis emocional que tengamos en este instante, la vida sigue adelante. Tenemos nuestras tareas diarias, y nuestras rutinas que hay que adaptar a tu nueva vida. Sigue trabajando duro para ser lo que siempre has soñado, apúntate a algún taller, aprende algo nuevo. Enfócate en ti y solo en ti. Cuando la mente está ocupada y tenemos tantas cosas que hacer, ya verás que te va a faltar tiempo para pensar en este cabrón/a que te ha roto el corazón. Ni vas a querer hacerlo, porque estás feliz y para que amargarnos, ¿no?
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Piensa en ti.
Este punto va relacionado con el anterior. Recuerda que primero estás tú, luego estas tú, después vas tú, y puede ser, que después ya vaya otra persona. Cuídate, mímate, haz lo que te apetezca, sal de fiesta, emborráchate si te apetece, vístete como siempre has querido, córtate el pelo, ve a un spa, píntate las uñas ( en caso de las chicas). Apúntate al gimnasio y ponte buenorro/a. Conoce a otras personas y te darás cuenta de que la vida sigue, y tú sigues adelante mejor que nunca.
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Perdona y perdónate.
La vida da muchas vueltas y mantener una relación sana y feliz es un trabajo muy duro. No culpes a nadie ni te culpes a ti mismo/a. Si no encajáis, no encajáis y el destino lo ha decidido así. Quiérete a ti mismo (punto 4.), y ya verás como todo llega. Y quien sabe, puede ser que pronto aparecerá tu persona en el camino.