miércoles. 23.04.2025

En un rincón tranquilo de la prefectura de Fukuoka, Japón, un centro comunitario ha logrado lo impensable: convertir a los hombres mayores del pueblo en auténticas estrellas… ¡de un juego de cartas coleccionables! En la localidad de Kawara, con apenas 10.000 habitantes, los niños no intercambian criaturas fantásticas ni ídolos del manga, sino cartas protagonizadas por sus propios vecinos: los "ojisan", los entrañables señores del barrio.

La idea nació en el Centro Comunitario Saidosho, donde su secretaria general, Eri Miyahara, decidió impulsar un proyecto que reforzara los lazos entre generaciones. Inspirándose en el éxito de los juegos de cartas como Pokémon, Miyahara diseñó una colección en la que los protagonistas son los propios adultos mayores del municipio, cada uno con su historia, personalidad y hasta superpoderes.

“Tenemos vecinos increíbles, pero los niños apenas los conocen”, explicó Miyahara en una entrevista con Fuji News Network. “Queríamos una forma divertida y afectiva de construir ese puente entre generaciones. Y funcionó: los niños los ven ahora como verdaderos héroes”.

Y no exageran. Entre los 47 personajes se encuentra el ‘Maestro Soba’ Takeshita, de 81 años, experto en fideos tradicionales, o el ex guardia penitenciario Fujii, de 67, hoy voluntario en la comunidad y tan popular que los jóvenes se le acercan para que firme sus propias cartas. “Cuando me pidieron un autógrafo me quedé pasmado. ¡Nunca imaginé ser parte de un juego!”, comentó entre risas.

Cada carta cuesta menos de un dólar, o tres por un paquete de cinco —uno de ellos, con suerte, será brillante o “holográfico”. Y aunque originalmente fueron creadas solo como colección, fueron los propios niños quienes añadieron reglas y poderes especiales a cada personaje: un antiguo jefe de bomberos puede infligir “200 puntos de daño por fuego”, y un electricista local lanza rayos como Pikachu, mientras su carta señala que es capaz de arreglar cualquier aparato electrónico.

El fenómeno ha sido tal que las cartas, hechas a mano, se agotan constantemente. La participación juvenil en el centro comunitario se ha duplicado, y los ojisan ahora conocen a más niños del barrio que nunca.

En un país como Japón, donde el envejecimiento de la población y la baja natalidad son desafíos sociales de primer orden, esta iniciativa no solo ofrece una solución creativa, sino también entrañable. En Kawara, los héroes ya no vienen de otros mundos: caminan por sus calles, arreglan tostadoras y preparan soba.

Abuelos japoneses se convierten en ídolos de cartas coleccionables