La guerra iniciada por Rusia contra Ucrania está provocando muchos problemas económicos. De hecho, la Unión Europea se atrevió a sancionar a las grandes fortunas rusas como estrategia para paralizar esta invasión. Sin embargo, hasta el momento no ha tenido la respuesta esperada por la Unión Europea.
Una de esas grandes fortunas que se ha visto afectada es el dueño de los supermercados Dia y accionista de la empresa de telecomunicaciones KyivStar, Mikhail Fridman. El oligarca de origen ruso ha concedido una entrevista a Bloomberg en la que ha asegurado que las sanciones que le han impuesto son devastadoras y se está arruinando. Fridman nació en la Unión Soviética, concretamente en Leópolis, aunque esa ciudad ahora pertenece a Ucrania. “Conozco cada rincón de esa ciudad” y sus padres hasta hace poco han vivido algunas temporadas allí. Según comentó, es una ciudad caracterizada por el sentimiento del nacionalismo ucraniano. "Siempre pensé que Ucrania resistiría" aseguraba.
El 24 de febrero, día que comenzó la invasión, el dueño del supermercado Dia se encontraba de viaje de negocios en Moscú. En cuanto se enteró de lo que estaba sucediendo volvió a Londres. Durante su estancia en la ciudad inglesa ha recibido numerosas llamadas desde Ucrania, país en el que tiene acciones de la mayor empresa de telecomunicaciones del país. Fridman mandó un mensaje a sus ejecutivos en el que les decía que cogieran todo el dinero que les hiciera falta par que todos los empleados y sus familias se pusieran a salvo. Al día siguiente de la invasión, el oligarca escribió una carta en la que condenaba el conflicto.
"No hago declaraciones políticas, soy un hombre de negocios con responsabilidades con miles de empleados en Rusia y Ucrania. Sin embargo, estoy convencido de que la guerra nunca puede ser la respuesta. Esta crisis costará vidas y dañará a dos naciones que han sido hermanos durante cientos de años. Si bien una solución parece terriblemente lejana, solo puedo unirme a aquellos cuyo ferviente deseo es que el derramamiento de sangre termine. Estoy seguro de que mis socios comparten mi punto de vista" afirmó el empresario ruso.
Para Fridman no fueron unas declaraciones fáciles, ya que él no suele intervenir en temas relacionados con la política y menos por un conflicto que lo cataloga como una “tragedia”. En esta carta no critica a Vladimir Putin de manera directa, aunque reconoce que algunas de sus palabras pueden provocar que no pueda volver a pisar Rusia. Unos días después, anunció que donaría 10 millones de dólares para ayudar a los refugiados de Ucrania.
A pesar de sus buenas acciones, no se libró de que fuera sancionado como muchos otros magnates rusos. El 28 de febrero su abogado interrumpió una de sus reuniones para comentarle que la Unión Europea había decidido sancionarlo a él y a Petr Aven, su socio comercial. Esta decisión implicó que no pudiesen viajar y sus cuentas permanecerían bloqueadas. En ese momento, el empresario ruso se quedó sin palabras. “Casi no entendí lo que estaba diciendo” asegura.
No comprendía el por qué había sufrido esta sanción, ya que él no puede hacer nada. Considera que la Unión Europea no conoce cómo funciona el poder en Rusia. “Si las personas que están a cargo en la UE creen que, debido a las sanciones, podría acercarme al Sr. Putin y decirle que detenga la guerra, y funcionará, entonces me temo que todos estamos en un gran problema. Eso significa que quienes están tomando esta decisión no entienden nada sobre cómo funciona Rusia. Y eso es peligroso para el futuro” argumentaba Fridman en la entrevista realizada por Bloomberg.
El 15 de marzo, Reino Unido siguió los pasos de la Unión Europea y decidió sancionarlo también. Esto ocasionó que su última tarjeta de crédito que funcionaba hasta el momento dejara de hacerlo. Sus acciones han bajado muchísimo desde el inicio del conflicto y los problemas cada vez son mayores. Ahora debe solicitar permiso al gobierno británico para gastar dinero y ellos decidirán si puede o no. No obstante, recalca que en este conflicto hay personas que salen más perjudicadas que él. “Mis problemas no son nada en comparación con los problemas de ellos”, concluye.