Un estudio dirigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en colaboración con la Universidad de Bristol (Reino Unido) ha demostrado las ventajas de utilizar una prueba clínica de diagnóstico rápido de la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) frente a una prueba estándar de laboratorio.
La infección crónica por el virus de la hepatitis C (VHC) es un importante problema de salud pública mundial y una causa de enfermedad hepática, con la mayor carga en los países de ingresos bajos y medianos.
En 2016, la OMS lanzó la Estrategia Mundial del Sector de la Salud para las Hepatitis Víricas, que se renovó en 2022, con el objetivo de acabar con las epidemias de hepatitis víricas B y C para 2030.
Según el organismo sanitario internacional de Naciones Unidas, se han logrado "grandes avances", con más de 10 millones de personas con infección crónica por el VHC curadas mediante un tratamiento antiviral de acción directa de corta duración de 12 semanas.
Sin embargo, en 2019 todavía había 58 millones de personas con infección crónica por hepatitis C, lo que provocó 399.000 muertes. Solo el 20 por ciento de los infectados en todo el mundo habían sido diagnosticados y el 13 por ciento tratados.
Para cerrar esta brecha y alcanzar los objetivos de la OMS para eliminar la hepatitis C, la OMS considera que "las vías de atención al paciente deben simplificarse, incluidos los enfoques diagnósticos".
El enfoque estándar para el diagnóstico de la infección crónica por VHC es el cribado inicial con una prueba de anticuerpos, seguido de una prueba molecular de carga viral basada en laboratorio, para confirmar la presencia de virus activo y la necesidad de tratamiento.
Sin embargo, la OMS puntualiza que el acceso a las pruebas de laboratorio de carga viral sigue siendo limitado en muchos países pobres. En consecuencia, muchas de las personas con infección crónica por hepatitis C nunca reciben atención ni tratamiento.
La OMS ya recomienda el uso de estos dispositivos rápidos para el diagnóstico y seguimiento de otras enfermedades infecciosas, como la tuberculosis, la COVID-19 y el VIH. Hasta hace poco, los datos sobre su uso para mejorar el acceso y la aceptación de las pruebas y el tratamiento de la hepatitis C eran limitados.
Este nuevo estudio, publicado en la revista científica 'The Lancet Gastroenterology and Hepatology', reunió los resultados de 45 estudios (alrededor del 50% de los cuales procedían de países pobrse) y comparó las pruebas de carga vírica de la hepatitis C realizadas mediante pruebas rápidas con los métodos estándar centralizados y basados en laboratorios.
La investigación demostró que el uso de las pruebas de carga viral del VHC en el punto de atención aceleraba el tiempo transcurrido desde la detección inicial de anticuerpos hasta el inicio del tratamiento (19 días frente a 67 días).
La aceptación global del tratamiento fue mayor con las pruebas rápidas en la clínica (77%) o en unidades móviles (81%) que con las pruebas estándar de laboratorio (53%). Los mejores resultados se obtuvieron cuando las pruebas rápidas se colocaron en un lugar en el que tanto las pruebas como el tratamiento se ofrecían en el mismo sitio, lo que permitía iniciar el tratamiento el mismo día del diagnóstico.