Cientos de miles de personas han vuelto a manifestarse este sábado en Francia como protesta contra la reforma de las pensiones del presidente, Emmanuel Macron, en la cuarta protesta de estas características en menos de un mes.
Las manifestaciones, convocadas por los principales sindicatos, han tenido lugar en distintos puntos del país y han logrado reunir a 963.000 personas, según fuentes del Ministerio del Interior francés, incluyendo unas 93.000 en la capital, París. La cifra supera a la de las manifestaciones del pasado martes, cuando según las autoridades 757.000 personas salieron a la calle a nivel nacional.
Sin embargo la CGT, uno de los sindicatos convocantes, ha cifrado en "más de 2,5 millones" los asistentes a las protestas, medio millón solo en la capital.
Las protestas se han llevado a cabo de forma pacífica aunque se han visto salpicadas por algunos enfrentamiento menores. En París, un coche y varios cubos de basura fueron incendiados y las fuerzas policiales utilizaron gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento para intentar dispersar a algunos de los elementos más radicales.
Antes del inicio de la marcha en París, los líderes sindicales advirtieron en un comunicado su disposición a "amplificar" sus protestas con una quinta jornada de huelgas y manifestaciones el próximo jueves 16 de febrero, pero eso solo será una primera etapa para poner más presión y obligar a que la reforma se retire. "Si pese a todo el Gobierno y los parlamentarios hicieran oídos sordos a la contestación popular", pedirán "que se endurezca el movimiento paralizando todos los sectores de Francia el 7 de marzo".
Aunque el secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT, primer sindicato del país), Laurent Berger, se cuidó en puntualizar que no se trataría de una huelga general, añadió que podrían recurrir a prácticas de "nuestros amigos españoles", como crear espacios de debate dentro de las empresas y bloquear ciertos centros de actividad
"Si no son capaces de escuchar lo que sucede en el calles y no son capaces de darse cuenta de lo que está pasando con la gente no deberían sorprenderse de que explote en algún momento", afirmó a Reuters Delphine Maisonneuve, una enfermera de 43 años.