Los avances en las campañas de vacunación contra la Covid-19 y el anuncio de nuevas medidas de estímulo fiscal, particularmente en Estados Unidos, así como la mejor adaptación de las economías a las restricciones impuestas para frenar las últimas oleadas de la pandemia han permitido a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revisar sustancialmente al alza sus perspectivas económicas de forma generalizada.
En la actualización de previsiones publicada este martes por el 'think tank' de los países ricos, la OCDE proyecta un crecimiento del PIB mundial del 5,6% en 2021, tras la caída del 3,4% observada en 2020, lo que representa una mejora de 1,4 puntos porcentuales respecto de las previsiones del pasado diciembre, mientras que eleva en tres décimas su pronóstico de crecimiento para 2022, hasta el 4%.
De este modo, la OCDE calcula que la economía mundial superará los niveles de actividad anteriores a la pandemia "a mediados de 2021", aunque advierte de la existencia de indicios que apuntan a una creciente divergencia en el ritmo de recuperación de los países y sectores, por lo que la recuperación proyectada a nivel global implicará una expansión menos vigorosa para finales de 2022 de lo que se había previsto antes de la Covid-19.
En este sentido, apunta que las estrictas medidas de contención implementadas frenarán el crecimiento en algunos países y sectores de servicios a corto plazo, mientras que otros países y sectores se beneficiarán de políticas de salud pública más eficaces, un despliegue de vacunas más rápido y un fuerte apoyo público.
"A pesar de la mejoría de las perspectivas globales, la actividad y los ingresos en muchos países seguirán por debajo de lo previsto antes de la pandemia a finales de 2022", señala la organización liderada por el mexicano Ángel Gurría.
En su actualización, la OCDE prevé que las economías del G20 crecerán en 2021 un 6,2%, un punto y medio porcentual más de lo estimado en diciembre, y un 4,1% el próximo año, cuatro décimas más de lo previsto anteriormente.
En el caso de la zona euro, la revisión de la OCDE arroja una mejoría de tres décimas en la previsión de crecimiento para 2021, hasta el 3,9%, mientras que en 2022 la expansión del PIB sería del 3,8%, medio punto porcentual más de lo estimado en diciembre. De su lado, el Reino Unido crecerá este año un 5,1%, nueve décimas más, y un 4,7% en 2022, una mejora de seis décimas respecto de las anteriores proyecciones.
No obstante, el gran beneficiado de las nuevas previsiones de la OCDE es EEUU, cuyo PIB estimado para 2021 crecerá un 6,5%, lo que representa un alza de 3,3 puntos porcentuales respecto de diciembre, gracias al impulso del nuevo paquete de estímulos de 1,9 billones de dólares (1,6 billones de euros), lo que permitirá una expansión del 4% en 2022, medio punto porcentual más de lo estimado anteriormente.
De su lado, China ha visto recortada ligeramente su proyección de crecimiento para este año, hasta el 7,8% desde el 8% estimado el pasado diciembre, mientras que la OCDE mantiene su proyección de un crecimiento del 4,9% en 2022.
A pesar de la mejora generalizada de previsiones, la organización ha advertido de que persisten considerables riesgos, ya que si unos mayores progresos en la vacunación en los países podrían acelerar el levantamiento de las restricciones y estimular la confianza y el gasto, un avance más lento o la aparición de nuevas mutaciones del virus resistentes a las vacunas existentes resultaría en una economía más débil y mayores pérdidas de empleos y quiebras de empresas.
De esta manera, en un escenario optimista, la OCDE estima que una campaña de vacunación exitosa más rápida, manteniendo las políticas monetarias y fiscales, permitiría elevar la previsión de crecimiento mundial hasta el 7% en 2021 y hasta el 5% en 2022.
Por el contrario, en un escenario pesimista, la institución estima que el rebote de la economía mundial este año se frenaría hasta 4,5% y el crecimiento del PIB en 2022 se moderaría al 2,7%, lo que mantendría el nivel de actividad en general por debajo de las lecturas previas a la pandemia durante un periodo prolongado de tiempo, incrementando los riesgos de que la crisis provoque efectos adversos duraderos.
INFLACIÓN Y APOYOS.
Por otro lado y como consecuencia de las mejores perspectivas económicas, la OCDE ha señalado el aumento de las expectativas de inflación, con un repunte de las tasas de inflación en muchas economías avanzadas, mientras que siguen siendo altas en algunas economías emergentes, en parte debido a "saltos en los precios de las materias primas" y anteriores depreciaciones de la moneda.
En este sentido, atribuye en parte el alza de los precios a la recuperación de la demanda más rápida de lo esperado, especialmente de China, junto con la escasez temporal de oferta en sectores específicos, incluidos los semiconductores y el transporte marítimo.
No obstante, la OCDE considera que las presiones subyacentes sobre los precios en general siguen siendo leves en las economías avanzadas, lo que refleja una considerable capacidad disponible y unos mercados laborales aún débiles, aunque factores puntuales, como la reapertura en sectores que antes estaban sujetos a medidas de contención y cambios en los impuestos indirectos, están contribuyendo a la inflación en la actualidad.
En cualquier caso, la organización recomienda mantener la actual orientación muy acomodaticia de la política monetaria de los bancos centrales, incluyendo permitir una desviación al alza temporal de la inflación siempre que las presiones subyacentes sobre los precios se mantengan bien contenidas y se apliquen políticas macroprudenciales cuando sea necesario para garantizar la estabilidad financiera.
Asimismo, subraya que debe evitarse una retirada prematura y abrupta de las medidas de apoyo fiscal, como ocurrió después de la crisis financiera mundial, mientras las economías aún son frágiles y el crecimiento sigue obstaculizado por las restricciones y la lentitud de las vacunaciones.
En este sentido, mientras que reconoce que los niveles de deuda han aumentado sustancialmente, subraya que los costes del servicio de esta siguen siendo bajos, gracias al espacio brindado por una política monetaria, por lo que sostiene que, en las economías avanzadas, garantizar la sostenibilidad de la deuda debería ser una prioridad "solo una vez que la recuperación esté firmemente asentada".
"Las decisiones sobre la retirada de los programas especiales deben depender del estado de la economía y la situación sanitaria y, si es necesario, compensarse con otras medidas más específicas", advierte.