viernes. 22.11.2024

En mayo, le dieron a Josefa la noticia de que le quedaban semanas de vida, y en septiembre, le dijeron que era cuestión de días. Pero llegó diciembre, y a sus 76 años, se encontraba más fuerte que nunca desde que una enfermedad cambió su vida. Este fue el momento en que su hija Ana sintió que era el momento adecuado: era hora de volver a casa.

"Mi madre soñaba con regresar a su pueblo natal en Vélez de Benaudalla, Granada", comparte Ana. A pesar de vivir en Palma de Mallorca después de emigrar hace medio siglo, Josefa siempre volvía a su pueblo en verano. "Se casó allí en el 72 y formó una familia, pero siempre regresaba a su pueblo en verano", cuenta su hija a Informativos Telecinco.

Después de trabajar toda una vida limpiando casas, Josefa regresó a Vélez al jubilarse para renovar su hogar. Sin embargo, en 2021, sus viajes se detuvieron debido a una isquemia en su pierna que le impedía moverse. Aunque inicialmente se recuperó y volvió a caminar en 2022, una necrosis en la pierna la dejó sin poder andar a principios de este año.

Josefa
Josefa

A pesar de no poder moverse, entre dolores, sueros y transfusiones constantes, el deseo de Josefa de volver a su pueblo persistía. "Cuanto más se debilitaba, más ansiaba regresar a su tierra", explica Ana, quien observaba cómo crecían las ganas de su madre de volver a casa en los momentos en que menos podía desplazarse.

Los médicos le dieron el alta para recibir cuidados paliativos en casa, y durante una visita, una doctora mencionó la Fundación Ambulancia del Deseo. "Les escribí contándoles el sueño de mi madre", relata Ana, y la fundación actuó de inmediato.

La Ambulancia del Deseo aguardaba en el puerto de Valencia con todo listo para el viaje de 750 kilómetros hasta Vélez de Benaudalla. Dado que Josefa no podía viajar en avión, el viaje comenzó en barco. "Era un deseo complejo por la distancia y porque la paciente tenía que ir siempre en camilla con la pierna extendida", explica José María Salas, de la Fundación Ambulancia del Deseo.

Después de seis horas de viaje y varias paradas para cambiar de posición a Josefa, la ambulancia llegó a Vélez de Benaudalla. Lo primero que hizo fue detenerse en la puerta de la iglesia del pueblo. "Mi madre quería dar las gracias por hacer el milagro de darle fuerzas para poder venir a su pueblo", cuenta Ana.

Josefa en la iglesia de su pueblo
Josefa en la iglesia de su pueblo

Cuando Josefa bajó de la ambulancia, su rostro cambió, especialmente cuando vio a Anita, la primera persona que reconoció, acercándose con un andador. "Era una prima suya y le dio un beso", relata su hija. Luego, se dirigió directamente a su casa, donde comenzaron a llegar amigas de su infancia.

"Ah, Carmela, que nunca me he olvidado de ti", le dijo a una de sus vecinas de la infancia que la visita constantemente estos días. "Ahora me dice que quiere que la saque a pasear por el pueblo", dice Ana.

Aunque pronto saldrá a pasear, estar en el pueblo ya ha cambiado a Josefa. "El pueblo es su mejor medicina", asegura Ana. "En Mallorca vivía en un edificio y solo veía cielo y otros edificios altos, mientras que aquí está en una planta baja y ve a la gente pasar... y esa alegría de la gente y el sol le están cambiando la vida".

El pueblo es la mejor medicina para Josefa, y la felicidad de Josefa es la mejor medicina para Ana, quien dejó su trabajo y a su hijo de 14 años en Mallorca para acompañar a su madre en sus últimos momentos. "Me han dicho que cuando ella ya no esté, me quedaré en paz por haber cumplido su último deseo"... El deseo de regresar al lugar donde nació cuando pensaba que nunca más lo haría

El emotivo último deseo de Josefa: De Mallorca a Granada sin viajar en avión