Y llegó el día de la nueva era Messi en el PSG, el momento de demostrar que ningún amor es eterno. Una nueva etapa que comenzaba con ese mismo dorsal 30 con el que, curiosamente, debutó con el Barcelona en octubre de 2004. Lo hizo en los últimos 25 minutos de partido y sustituyendo a su viejo amigo, Neymar. Su posición, de falso delantero centro, dejó buenas sensaciones de la mano de Di María a su derecha y Mbappé a su izquierda.
El jugador argentino volvía a los terrenos de juego después de su último triunfo en la Copa América en Maracaná el pasado 11 de julio, aunque en un escenario diferente al que seguramente se imaginaría en esos instantes. Por entonces, Messi creía que el contrato pactado por Joan Laporta, le permitiría continuar en el Barcelona. Casi dos meses después, Reims es su casa y la Ligue 1 su competición.
El debut estuvo marcado por una gran expectación, casi 22.000 espectadores agotaron las entradas en el estadio Auguste Delaune, una situación que no ocurría desde el mítico partido contra el Olympique de Marsella en el año 2012. Es cierto que no marcó, tampoco asistió, ni dejó ninguna jugada para el recuerdo. Solo verlo con la camiseta del PSG fue suficiente.