Lo que podría haber sido un incidente de tentación juvenil se convirtió en una inspiradora historia navideña. Fernando, Leo, Jesús, Nico, Lucas y Jero, un grupo de amigos sevillanos de 13 años, protagonizan este relato que comenzó con un hallazgo inesperado y terminó con una lección de responsabilidad y valores.
El jueves pasado, estos seis jóvenes salían de sus clases en el Instituto Fernando de Herrera y, mientras caminaban hacia la parada de autobús, algo llamó su atención: un sobre grande que, al patearlo como si fuera un balón, reveló un peso inusual. Intrigados, decidieron abrirlo y encontraron en su interior 3.000 euros en efectivo.
El llamado a Emergencias y la intervención policial
Sin dudarlo, a pesar de su corta edad, tomaron la decisión correcta. Aunque solo Fernando llevaba un móvil, fue Leo quien marcó el número de Emergencias 112 para reportar el hallazgo. Pronto llegaron agentes de la Policía Nacional, quienes identificaron a los jóvenes y se hicieron cargo del sobre. La madre de uno de ellos, Virginia Cristóbal, recuerda la sorpresa al recibir la llamada de su hijo para pedirle su número de DNI: “Pensé que se había metido en algún problema, pero no podía estar más equivocada”.
El gesto de los chicos no solo fue alabado por su honradez, sino también por la rapidez y madurez con la que actuaron. “A veces los vemos como niños, pero han demostrado que son más responsables de lo que pensamos”, comenta Virginia, visiblemente orgullosa.
El sobre tenía dueño: una hermandad sevillana
Tras analizar el contenido del sobre, la Policía descubrió que el dinero pertenecía a la Hermandad de la Vera Cruz de La Campana, un pueblo de Sevilla. Entre las anotaciones del paquete aparecía un sello que facilitó la identificación. Finalmente, el dinero regresó a sus legítimos dueños, quienes agradecieron enormemente el gesto de los jóvenes. Como muestra de gratitud, la hermandad regaló a cada uno de ellos un décimo de lotería.
Orgullo familiar y una lección para todos
Virginia y los demás padres no podían estar más orgullosos. “Siempre nos quejamos de la adolescencia, pero este grupo ha demostrado tener valores sólidos. Algo estamos haciendo bien”, reflexiona la madre. Y no es para menos: a sus 13 años, estos chicos dieron un ejemplo de honestidad y demostraron que, incluso en edades difíciles, la integridad puede ser una brújula sólida.
Esta historia, que pudo haber tomado cualquier otro rumbo, refuerza la confianza en las nuevas generaciones y pone en valor la importancia de las buenas decisiones, incluso cuando nadie está mirando.