Sakae Kato es un hombre que lleva una década dedicado a una labor muy especial: rescata a los gatos abandonados donde ocurrió el desastre de Fukushima.
“Quiero asegurarme de estar aquí para ocuparme del último”, dijo desde su casa en la zona de cuarentena contaminada. "Después de eso quiero morir, ya sea un día o una hora después".
No está solo en esta empresa. Otro vecino de la zona, llamado Naoto Matsumura, también se quedó después de la explosión y ambos han estado todo este tiempo rescatando a los animales abandonados por sus dueños cuando salieron corriendo de la zona.
Kato, de 57 años, tiene 41 gatos que viven con el junto a un perro callejero que adoptó, llamado Pochi. Deja comida para los gatos en un cobertizo que calienta con una estufa de parafina. Sin agua corriente, tiene que llenar las botellas en un manantial cercano.
Una decisión que cambió su vida
Lo que le hizo volver a su región después del desastre, fue el impacto de encontrar a mascotas muertas en casas abandonadas que ayudó a demoler.
“No quiero irme, me gusta vivir en estas montañas”, confesó, aunque técnicamente no tiene permiso para dormir allí.
La descontaminación en los campos cerca de su casa indica que pronto se permitirá que otros residentes regresen aunque para ese tiempo, ya habrá sido demasiado tarde para sus mascotas.