domingo. 08.09.2024

En Cataluña, hay más de 2.000 campanarios que necesitan ser tocados cada media hora, pero la tradición del toque de campanas va mucho más allá de eso.

Con el objetivo de fortalecer las comunidades y mantener vivas las tradiciones, España celebra la graduación de la primera escuela de campaneros del país. Esta iniciativa busca revivir un arte en peligro de extinción, recientemente inscrito en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, junto a actividades humanas como la panadería, la danza y la poesía, que narran la diversidad cultural de nuestra especie a lo largo del tiempo y de los países.

Durante los últimos 120 años, el toque manual de campanas ha sido gradualmente reemplazado por sistemas automáticos en iglesias católicas y protestantes, lo que ha disminuido su potencial y silenciado sus capacidades de comunicación.

"Tenemos el objetivo utópico de contar con un campanero en cada campanario. Sé que es un objetivo utópico porque hay más de 2.000 campanarios en Cataluña", admite Xavier Pallas, un instructor de la Escuela de Campaneros de Vall d'en Bas, quien acaba de graduar a la primera clase de su escuela.

A pesar de que hoy en día existen medios de comunicación más efectivos que el toque de campanas, Pallas destaca que su función sigue siendo un importante método de comunicación local que une a las comunidades en momentos de tristeza y alegría.

Lo que puede sorprender es que, dependiendo del orden, tono y número de toques, las campanas de las iglesias en España anunciaban desde alarmas de incendio y advertencias de mal tiempo, hasta la llegada de los pescadores con la captura del día e incluso cuánto iba a costar.

"Necesitamos mantener estos rituales en ambos casos", afirma Pallas.

Dieciocho alumnos se han graduado y otros 60 están en lista de espera, todos ellos, al igual que Pallas, coinciden en que las campanas y el toque de campanas tienen el potencial de fortalecer las comunidades en esta vertiginosa era de cambios tecnológicos, económicos y políticos.

Escuela de campaneros en Cataluña celebra la graduación de su primera clase